Ha pasado el tiempo; Rápido o lento, lo ha estado haciendo sin detenerse ni una sóla vez. Resulta irónico que este mismo momento, resulte del pasado después de los tres segundos que he tardado en escribir esto otro.
Siento que muchas veces me he ilusionado cuando no debía, como no debía, con quien no debía.. Pero si se trata de deber, tampoco deberíamos de mentir, y lo hacemos constantemente.
Demasiadas veces la fuerza se me ha escapado de las manos; Pero incluso la fuerza me resulta frágil..
¿Dónde te escondes, miedo? Ya no me acuerdo de esas noches en las que me tapaba con las sábanas hasta las mejillas mientras se humedecían; Todo ha perdido su esplendor, se ha colapsado el dolor con el recuerdo.
Mis pupilas expresan aquel tiempo perdido, mientras mi sonrisa da a conocer que he sido feliz alguna vez. No pido ni quiero nada; Sólo me apetece que ese sentimiento que ya no está conmigo, vuelva.. De una manera u otra, te sientes útil cuando quieres a alguien de verdad, y más, si sabes que la otra persona puede valorarlo.
Me recordó a Calamaro: http://www.youtube.com/watch?v=N0s8lsqiZnc&feature=related
ResponderEliminarHay un poema de Juan Antonio González Iglesias que habla de la búsqueda de ese sentimiento, de ese estado, de ese lugar que uno no sabe a ciencia cierta si ha tenido tenido alguna vez o si sólo lo ha imaginado. Se llama "Una felicidad libre de euforia". Yo creo que no hay semana que pase sin que vuelva a él al menos una vez.
ResponderEliminarExiste
una felicidad libre de euforia,
una felicidad
sostenida de días, que suceden
sin sucederse, libres
de vértigo también,
una felicidad que no atrae
la atención de los dioses, porque apenas
es. Los que la transitan,
paso a paso, no notan el camino.
Una felicidad sin entusiasmo,
sin acontecimientos. El amor,
como el sol en la fronda, se difunde
humildemente.
Esos días el sueño significa
dormir, más que soñar. En sus dominios
nunca hay que levantarse a medianoche
para limpiar las sábanas de arena,
porque no ha habido playa
ni combate. Mas sí serenidad
de otra manera,
como lo que perdura. Y no es inercia.
Ni llama. No hay herida,
y no ciega la espada al mensajero.
Últimamente pienso mucho en esto.
No sé si la he tenido. No recuerdo.
He encontrado dos líneas en que pido
una felicidad libre de euforia.
Y, si no la he tenido, me pregunto
por qué sé describir tan justamente
ese país en el que nunca he estado.