jueves, 26 de agosto de 2010

Business Suits and Combat Boots

Cuando se atisba un resquicio de felicidad, siempre hay alguien que quiere destruirla.


Ha nacido de la hipocresía, y sin más, ha podido romper los cristales que blindaban mi inocencia. Ni si quiera yo sé muy bien qué es lo que andaba buscando el corazón, pero supongamos que cualquier razón ha ganado una partida que en realidad jamás se ha jugado. Antes de tiempo siempre se especula cualquier antojo. Me hago una idea equivocada, me ilusiono, conozco la verdad y finalmente, decaigo sin ningún tipo de retención.


La osadía de intentar que la fantasía tome parte de la realidad, es sin duda la mayor autodestrucción que he llegado a conocer. Por otra parte, durante ese tiempo aún siendo ilusa, soy a la vez feliz. Detecto el veneno, analizo el virus, pero a pesar de ello, me expongo con total gratitud a sus posibles efectos negativos.

Alzo las manos con la intención de que la energía caiga sobre mí. No debería ahogarme continuamente en el mismo pozo, pero sin embargo, el deseo inesperado me ciega. Almaceno infinitas sonrisas que albergan aquella esencia de la que carezco; Miradas que relucen, gestos soñadores.. Son ellos, ellos desatan felicidad.


Parece imposible de creer, y sin embargo, el mundo que había fabricado a base de sueños, son tan sólo pequeños fragmentos de imaginación. La vida me desilusiona porque me he parado a crear la propia ilusión. Saco las cosas de contexto, de lugar y finalmente las amplío según como quiera verlas. Pero a pese todo, sé que no es fácil darse cuenta de un error que aún no se ha llegado a cometer.



No se puede tenerlo todo, ¿pero preferirías no tener nada aún teniendo la posibilidad de tener algo? … Sí, definitivamente mi pensamiento se ha atrofiado.

3 comentarios:

  1. ¡Agh! ¿Por qué no me he traido mis libretas? me ha recordado a una frase de un libro que tenía apuntada en una de ellas en la que reflexionaba sobre la autodestrucción, tema que por cierto me encanta.

    Nuestro colega Nietzsche decía que todo lo bueno de la tierra acaba autodestruyéndose ;) aunque este señor no se merece (desde mi opinión) una excelsa admiración.

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  2. He vuelto
    http://oxidoenmilengua.blogspot.com/

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  3. Bueno, más que admirarlo o no admirarlo, hay que meditarlo, diría yo. Nietzsche es tan poliédrico que posiblemente no hay dos personas que vean lo mismo en sus textos. Se merece una sana cuarentena, eso sí, porque lo mismo te puede llevar al fascismo radical que al nihilismo absoluto. Pero si se sabe lidiar con él, enriquece.

    En cualquier caso la autodestrucción puede ser de lo más fructífero si se emplea o se maneja bien (y, como yo lo veo, es este el sentido en que suele jugar con ella Nietzsche). Destruir los viejos andamiajes para reedificar sobre nuevos cimientos un edificio más alto y más fuerte. La naturaleza a menudo funciona así, y no le va nada mal. Ya lo decía T. S. Elliot en un poema: "Abril es el mes más cruel: hace brotar lilas de la tierra muerta". A veces sólo del dolor nace la flor. Claro, que eso no quiere decir que haya que buscar el sufrimiento ni rebozarse en él...

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